Mujeres de Estado

   Hatshepsut, la reina de Saba, Leonor de Aquitania, Isabel de Inglaterra, la emperatriz Suiko y otros muchos nombres desfilarán por esta sección en los próximos meses. Todas ellas fueron mujeres que estuvieron en primera línea de responsabilidad en la toma de decisiones y enfrentaron las situaciones más insospechadas en la guerra y en la paz, en entornos favorables y en entornos hostiles, con hombres a favor y hombres en contra, con el apoyo femenino y sin él. 

   Muchas son las mujeres que han participado del gobierno de los Estados, pero poca es la atención que se les ha prestado. Mi objetivo es que conozcáis sus nombres, sus logros, sus aportaciones a la historia y a la cultura, su habilidad política, su genio estratégico, su inteligencia y su inquebrantable voluntad. Ellas son un claro ejemplo de que gobernar no es una cuestión de género, sino de capacidad y, a veces, de oportunidad. Las virtudes esenciales del buen gobernante que los grandes filósofos han enunciado en todas las culturas pueden aplicarse sin restricciones a hombres y mujeres, cuando tienen la fortaleza y la valentía de ser ejemplo de las mismas con su estilo de vida y su ejemplo moral.

   Gobernar no es sólo hacer la guerra, ni dar de comer al pueblo, ni legislar, ni movilizar la economía... es todo eso, sí, pero logrado al unísono y realizado bajo los auspicios de una elevación singular hacia la mejor versión del ser humano a la que todos aspiramos. Gobernar implica conectar con un bien mayor que une a personas diferentes bajo una serie de símbolos y un proyecto de Estado, del que todos somos parte fundamental. Muchas son las mujeres que fueron capaces de comprender esto y acabaron prestando su propio nombre a épocas de esplendor de los países en los que reinaron. 

   Sin embargo, también me gustaría que hablásemos de otras mujeres de Estado que si bien no ostentaron la titularidad máxima de su espacio político, fueron elementos fundamentales en el gobierno de su nación y en el desarrollo de sus pueblos. Gobernar no siempre es estar en primera línea; muchas princesas, reinas, ministras o simples ciudadanas han demostrado un alto sentido del deber, y con sus actos y ejemplo nos legaron una interminable fuente de inspiración para reflexionar sobre nuestro propio papel en la buena marcha de nuestras sociedades.