Mujeres sabias y filósofas

Nunca me cansaré de rendir homenaje a aquellas mujeres que han significado un nuevo paso hacia adelante para la humanidad. Voces sabias que fueron un faro de luz para su época y una permanente estrella en el cielo de nuestra historia. Constituyen un ejemplo de amor a la sabiduría y al conocimiento, un estandarte de la inteligencia, una estela de actos nobles y un permanente recordatorio de lo grandes que podemos llegar a ser.

Ya encontramos su rastro en las más antiguas sociedades, donde ejercieron como consejeras de la comunidad, como expertas en plantas y en curación, como eje de reflexión moral y como pedagogas sin parangón. Su convicción en la bondad que el conocimiento supone para el ser humano les permitió vivir y aprender por encima del común de las gentes sin volverse pretenciosas, pues conscientes de la infinidad del saber, la humildad presidía todos sus actos. Por este y otros motivos, muchas veces se han perdido sus nombres, pero no su legado.

Hubo culturas que supieron dejar espacio a su mente amplia y penetrante, capaz de abordar los temas trascendentales de la filosofía. En otros casos, un perverso temor al poder que inspira una mujer sabia las expulsó de los centros de estudio, les negó el derecho a disertar en igualdad de condiciones y ocultó sus logros y propuestas intelectuales. Cuando la ignorancia se apropió del Estado y de la religión, llegaron incluso a quemarlas en la hoguera o a destruirlas de mil maneras, destrucción llevada a cabo no sólo por hombres, sino también por mujeres. A todo esto hay que sumar, por si fuera poco, el olvido de la historia. Es hora, pues, de recordar. 

Las mujeres sabias y filósofas han ocupado, ocupan y ocuparán un lugar imprescindible en las sociedades. Su mirada es capaz de penetrar en los profundos abismos de la existencia humana para encontrar el sentido y valor de la vida. Su reflexión trasciende la vanidad intelectual para conducirnos por caminos luminosos de desarrollo y avance social y cultural. Su voz puede llegar a ser metafísica y simbólica, pero nunca olvida el impacto práctico que debe tener el conocimiento. 

¿Queréis nombres? Teano y Perictione, ambas pitagóricas; Hypatia de Alejandría; Hiparquia, la filósofa cínica; Cornelia, la madre de los Graco; María la Alquimista; Christine de Pizan, humanista y autora de La ciudad de las damas; la emperatriz Suiko; Marie Gouze y suCarta de los Derechos de la mujer y la ciudadana; la inolvidable Simone de Beauvoir, que no necesita presentaciones; Marie Curie; María Zambrano, etc. etc. Si os apetece, os la iré presentando, para que conozcáis su historia y lo que les debemos.