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En busca del equilibrio


Naty Sánchez Ortega

   El otro día estuve con una persona muy querida y hablamos de la búsqueda del equilibrio, de lo desconcertante que puede llegar a ser el hecho de que, si bien la vida misma es dinámica, y por tanto desequilibrada, vivimos con sed de equilibrio. Nos desajustamos constantemente, un día por el exceso de trabajo; otros por mala alimentación; la mayoría por pequeños entuertos cotidianos... 

 

   ¿Por qué necesitamos equilibrio en un mundo desequilibrado? ¿De dónde surge esa intensa necesidad de sentirnos plenas, completas, satisfechas? ¿Por qué nos produce frustración la simple idea de que nada permanece, cuando es una realidad incontestable...? Nada permanece y, aún así, buscamos permanecer, buscamos estabilidad.

 

   Algunas quizás estáis en un buen momento y disfrutáis del devenir incansable de ocupaciones plenas de actividad creativa. Ese es un desequilibro que nos hace fuertes, vitales, llenas de coraje y empuje para salir adelante o lograr un proyecto. Otras pasáis por una pérdida o un fuerte desajuste en vuestro ordenado mundo de verdades conocidas (modificaciones profesionales, mudanzas, rupturas, cambio de ciudad o de país...) Esa nueva realidad, sobre todo cuando ha sido inesperada o no se deseaba, nos desconcierta y nos hace sentir que el suelo ha desaparecido bajo nuestros pies. No hay nido en el que posarse. No hay tabla a la que aferrarse mientras azota el oleaje. El desequilibrio se ha apoderado de nuestras vidas.


¿Por qué necesitamos equilibrio en un mundo desequilibrado? ¿De dónde surge esa intensa necesidad de sentirnos plenas, completas, satisfechas?



¿Cómo encontrar el equilibrio en un mar de cambios?

   Cuando todo a nuestro alrededor se mueve y se vuelve inestable, cuando nada de lo que hay fuera nos estimula ni nos enraíza con la vida... es hora de viajar hacia el interior, es hora de encontrar en nuestro corazón las palabras de esa mujer sabia que llevamos dentro. Estamos tan acostumbradas a buscar puntos de referencia en el exterior que hemos perdido la capacidad de hallarlos en lo profundo de nuestro ser. Cuando recobramos la sabiduría de establecer diálogos internos, una fuerza desconocida y arrolladora despierta en lo más profundo del alma. 

 

   Para llegar a establecer esa conversación interna es imprescindible un poco de silencio. Sí. Así es: un poco de silencio. Y no se trata de acabar con los ruidos de la casa, la tele o las amigas. No me refiero a sonidos físicos. Me refiero al constante y pertinaz murmullo en nuestra propia cabeza: dudas, miedos, anhelos, frustraciones, recuerdos, olvidos... un parloteo implacable con el que hay que terminar, o por lo menos minimizar, para escuchar la voz que canta más allá de los barrotes que nosotras mismas hemos forjado. 

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Cuando todo a nuestro alrededor se mueve y se vuelve inestable, cuando nada de lo que hay fuera nos estimula ni nos enraíza con la vida... es hora de viajar hacia el interior


   Hoy casi es un tópico elogiar el bien que podría hacernos la meditación en este aspecto de la vida. Si no tenéis costumbre o no sabéis cómo, se puede empezar con largos paseos por la montaña o por la orilla del mar. Escuchar las olas, espumosas y fragantes; sentir el canto de los pájaros, alegres y despreocupados; respirar el verde aroma de los árboles, generosos y constantes. Encontremos en ellos su equilibrio, de modo que nos revelen el nuestro. Contemplemos su desequilibrio dinámico, convertido en un ejercicio de perfección inmortal. El océano va y viene sin descanso hacia la orilla, y sin embargo, se nos revela tan estable como una montaña... pues como ella permanece en su lugar desde hace millones de años. Y no se destruye, ni se deshace, ni se pierde a sí mismo. Con él, también nosotras podemos descubrir en el vaivén de nuestros cambios un algo que permanece, una identidad que se reconoce, una voz que es la nuestra y que, cuando se la escucha, sabe decirnos lo que hay que hacer. Ella es el equilibrio, la estrella fija que indica el norte, el centro del que emergen los puntos cardinales. Te invito a descubrirla, a disfrutar su compañía, a experimentar su presencia. Si lo consigues, sabrás cómo se sienten la montaña, el mar y las estrellas.

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Comentarios: 6
  • #1

    Hortensia (sábado, 03 agosto 2019 12:19)

    Precioso pensamiento. Gracias Naty

  • #2

    Naty (sábado, 03 agosto 2019 13:28)

    Gracias a ti, Hortensia, son pensamientos que surgen espontáneos en conversaciones y que me parece bonito compartir. Un beso.

  • #3

    Carmen (sábado, 03 agosto 2019 13:48)

    Maravillosa reflexión

  • #4

    Naty (domingo, 04 agosto 2019 12:33)

    Gracias, Carmen.

  • #5

    asun (martes, 06 agosto 2019 09:26)

    Plenamente identificada con tus reflexiones. Gracias por aportar luz, ideas y comprensión

  • #6

    Pilar (lunes, 12 agosto 2019 19:07)

    En la soledad frente al océano te redescubres. Comparto tu reflexión. Un abrazo.